El primer paso ya estaba dado. Ya había conseguido acortar distancias, que no es poco.*Inciso: En el capítulo anterior se me olvidó mencionar que aquel hombre era algo así como un amor prohibido. Nos distanciaba muchas cosas mal vistas a ochos de muchos/as, como por ejemplo la relación real que nos unía y la gran diferencia de edad, por aquellos entonces me podría doblar la edad.
Una vez aclarado esto último, os contaré como siguió aquella historia que se inició con una mirada y parecía que se vería truncada incluso antes de que ocurriera nada.
Aquel mensaje en el que me decía que le sería imposible acudir a la cita me dejó “hundida”, pero yo abandonaría la guerra por haber perdido la primera batalla. Aproveché que ya tenía su número de teléfono para que con la excusa de darle las gracias por un favor que me hizo, se diera cuenta de que yo seguía ahí, con las mismas ganas de verle, de estar con él (claro que todo esto no se lo dije). Pero resulta que me funcionó, tras aquel primer mensaje que le envié volvió a responderme, me dijo que lo prometido es deuda y que seguía en pie aquella invitación a una copa que quedó pendiente días antes. Después de aquello, aquel día fue el último que nos vimos en “público”, se suponía que pasarían meses hasta volver a vernos, suponiendo claro que no me volviese a llamar para tomarnos aquella copa.
Días después recibí una de las mayores alegrías que he recibido nunca en forma de sms. Me decía lugar, fecha y hora concreta donde poder encontrarnos. Al leerlo creí que el corazón se me saldría de los nervios. Tranquilos, sobreviví, eso es evidente, no? Jeje.
Yo con mi vaquerito a la última moda, mis botas altas (aunque ya era casi verano) y mi camiseta toda descubierta por la espalda. Allí de pie esperando ansiosa verlo llegar, con tantos nervios que no sabía si seguir allí o salir corriendo!!
Y entonces pude verle, en su moto, con su casco y aquella pinta de hombre duro, con el toque atractivo que todo ello conlleva.
Una cerveza para él, un refresco para mí. Saludos, risas entrecortadas, conversaciones triviales… era solo la antesala de la que sería la noche más mágica que he vivido hasta ahora.
Aquel mensaje en el que me decía que le sería imposible acudir a la cita me dejó “hundida”, pero yo abandonaría la guerra por haber perdido la primera batalla. Aproveché que ya tenía su número de teléfono para que con la excusa de darle las gracias por un favor que me hizo, se diera cuenta de que yo seguía ahí, con las mismas ganas de verle, de estar con él (claro que todo esto no se lo dije). Pero resulta que me funcionó, tras aquel primer mensaje que le envié volvió a responderme, me dijo que lo prometido es deuda y que seguía en pie aquella invitación a una copa que quedó pendiente días antes. Después de aquello, aquel día fue el último que nos vimos en “público”, se suponía que pasarían meses hasta volver a vernos, suponiendo claro que no me volviese a llamar para tomarnos aquella copa.
Días después recibí una de las mayores alegrías que he recibido nunca en forma de sms. Me decía lugar, fecha y hora concreta donde poder encontrarnos. Al leerlo creí que el corazón se me saldría de los nervios. Tranquilos, sobreviví, eso es evidente, no? Jeje.
Yo con mi vaquerito a la última moda, mis botas altas (aunque ya era casi verano) y mi camiseta toda descubierta por la espalda. Allí de pie esperando ansiosa verlo llegar, con tantos nervios que no sabía si seguir allí o salir corriendo!!
Y entonces pude verle, en su moto, con su casco y aquella pinta de hombre duro, con el toque atractivo que todo ello conlleva.
Una cerveza para él, un refresco para mí. Saludos, risas entrecortadas, conversaciones triviales… era solo la antesala de la que sería la noche más mágica que he vivido hasta ahora.
*Próximo capítulo: "La noche más mágica jamás vivida"
1 confesiones:
Sabia que ibas a poner los pescaitos.
Un dia dijiste que te gustaban.
Ves, de algunas cosas me acuerdo.
Millones de besos Cariruchi
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