Llevo otra vez un par de días de esos en los que te sientes caer, volver a adentrarte en ese túnel frio y oscuro que lamentablemente tan bien conozco, y del que por suerte he conseguido salir en más de una ocasión.
Esos días en los que piensas que hagas lo que hagas o digas lo que digas, al final siempre acabarás metiendo la pata, y que si terminas metiéndola, ni siquiera la sinceridad me valdrá como eximente.
Esos días en los que siento como si un yunque me presionara el pecho, que apenas puedo respirar y que me gustaría que por un instante desapareciera todo el mundo, o volverme invisible para poder gritar a pleno pulmón y así desahogarme. Pero una vez más lo único que me queda es este pequeño rinconcito, donde esos gritos de ahogo se transforman en palabras.
Ahora solo queda esperar que estos días pasen lo más rápido y llevaderos posible, volver a ver la luz al final de ese frío túnel, aunque sea la pequeña pero cálida luz que desprende una vela.
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